lunes, mayo 28, 2007

Donde la felicidad? Y sin embargo... ¡QUIERO SER FELIZ!

¡QUIERO SER FELIZ!


¿Donde la felicidad? El tener nunca satisface, pero es un medio. A veces algunos son felices careciendo, otros asumiendo el dolor y la contrariedad. En definitiva: la felicidad se posee como un bien según cómo se sepan llevar las contrariedades y, también, los momentos de alegría humana.



Sí, todos queremos ser felices; ¿pero cómo? Hay quien piensa que para ser feliz se necesita, según dice el tango, "salud, dinero y amor"; pero no, hay también una antigua canción mejicana que dice "Todos queremos más, más y más y mucho más". Algunos jóvenes piensan que la felicidad está en "hacer lo que te da la gana". Lo triste es que cuando otro hace lo que le da la gana a él, suele fastidiarte a ti. El corazón humano es insaciable. Lo necesario para conseguir la felicidad no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado. 


Hay muchas personas que buscan la felicidad pretendiendo escapar de la realidad, porque la realidad no le gusta, y para escapar de ellos mismos, buscan el alcohol o las drogas, empezando por las más débiles, creyendo que son inocuas, pero después pasan a las más fuertes hasta que se convierten ellos en una piltrafa y terminan muriendo, muchas veces entre terribles dolores.


Otras personas buscan sensaciones de riesgo, tratando de encontrar ahí la felicidad, o sensaciones fuertes y "quien ama el peligro, perece en él", dice un antiguo refrán. 


Algunos piensan encontrar la felicidad liberándose de ataduras, compromisos y obligaciones, diciendo: "Ni Dios ni amo" y van por las calles como pordioseros, llenos de suciedad, sin lavarse ni pinarse, con perros pulgosos, durmiendo y comiendo donde pueden y lo que pueden. A veces son hijos de personas pudientes, otros aun con formación universitaria. También los hay que aparentan ser personas normales, liberadas, pero suelen terminar todos ellos desencantados, vacíos, hastiados...


Para algunos la felicidad está en destacar. Todos queremos ser el número uno en todo. Buscamos la admiración y pensamos que de ahí viene el poder. Nos satisface la adulación y el deseo de someter y mandar a los demás. Cuando llegan al poder les da miedo perderlo, temen que les puedan sustituir, anular, o que les hagan sombra, que haya alguien más listo o más guapo. El miedo no les dejará jamás ser felices.


Para muchos otros, la felicidad es ser "ricos" tener mucho dinero, muchas cosas. La avaricia no tiene límite, El corazón humano no se llena de cosas. Tan pronto has conseguido tener lo que ansiabas, ya no lo necesitas. Entonces verás un nuevo modelo de bicicleta, de moto de coche, de casa, de chalet, de zapato o de vestido... Nunca estarás saciado. No te importará atropellar a quien sea. No te importará que otros pasen hambre. No te importará apoderarte con engaño o por la fuerza de lo que tienen los demás...pensarás que son inferiores; pero tú, nunca será feliz.


Todos tenemos un instinto de conservación y consecuencia de ese instinto y asociado a él hay una serie de satisfacciones que ofrece el cuerpo. Estas satisfacciones que están en la naturaleza del individuo son buenas, porque son un don de Dios y son necesarias para la supervivencia del individuo y de la especie, responden al mandato divino de "Crecer y multiplicaos y dominad el mundo". Ahora bien cuando se sacan de contexto estas satisfacciones y se buscan ellas pero no su finalidad, viene el pecado. Es el caso de la satisfacción de la comida y bebida que nos sirve de alimento, pero cuando se vive para comer en vez de comer para vivir, resulta la "gula", cuyo ejemplo es el de la persona que en los banquetes romanos se provocaba el vómito para seguir comiendo y bebiendo, disfrutando y desperdiciando la comida La extralimitación de estos instintos son los que producen lo "pecados capitales"  SOBERBIA, AVARICIA, LUJURIA, IRA, ENVIDIA, GULA, y PEREZA. San Juan los resume en tres concupiscencias: A) "Concupiscencia de la carne" (La lujuria, la gula, la pereza). B) "Concupiscencia de los ojos" (La avaricia). C) "Orgullo de la Vida ( La soberbia, la envidia y la ira) 


En la cuestión de felicidad, ¿quién manda, el cuerpo o el espíritu interior?


El Cristianismo es una paradoja; porque Jesucristo dijo: "Felices los pobres, felices los no violentos, felices los que lloran, felices los que tienen hambre, felices los misericordiosos, felices los limpios de corazón, felices los perseguidos". Esto es lo contrario de lo que piensa la gente, de lo que siente el cuerpo,  que cree: "felices los ricos, felices los poderosos, los violentos, los que se dejan llevar por el sexo, la corrupción y la droga, esos sí que saben vivir" Aunque generalmente se dan cuenta muy tarde que el pensar y actuar así los ha hecho desgraciados.


La religión cristiana parece efectivamente una  paradoja, si se mira desde el punto de vista de la carne, pues dice Santa Teresa: 


       ¡Baja, si quieres subir!

                  ¡Pierde, si quieres ganar!

                  ¡Sufre, si quieres gozar!

                  ¡Muere, si quieres vivir!


En el Evangelio se cita esta confrontación entre carne y espíritu: "Quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la ganará" Mt 16, 25 y también: "El que quiera ser el primero, ha de ser el servidor de todos" "Quien se humilla, será ensalzado y el que se ensalza, será humillado", "Cuando sea levantado en la Cruz, todo lo atraeré hacia mí". 


La felicidad no está en no tener complicaciones ni sufrimientos ni dolores, sino en amar a Dios, y saberse amado por Dios. Hacer lo que Él quiere que hagamos, como él quiere y cuando Él quiere. Aceptar gustosamente su voluntad, sabiendo que es lo mejor para nosotros, porque ¡DIOS NOS AMA!.


Miguel Vargas Muñoz

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se nota que has encontrado la felicidad. I saw your picture... fue la postal mas bonita que me han enviado. Vi tu sonrisa y tu pasion por servir a Dios y senti la felicidad mas grande. Te quiero mucho. Besitos