miércoles, junio 06, 2007

Blair y el catolicismo


Blair y el catolicismo

La difícil tarea del ejercicio de la libertad de conciencia. Los prejuicios anti-católicos anglicanos son una realidad todavía en pleno siglo XIX, si bien la vida y la libertad no se pueden frenar cuando una persona busca sinceramente la verdad.

Sólo los escépticos, los relativistas, los pesimistas ante la capacidad de conocimiento del ser humano (como Zapatero) son felices en un Estado donde se coarta la libertad de conciencia y se dicta lo que hay que pensar. Simplifican así su escepticismo: "no creen en nada", piensan que "nada es verdadero" pero confían que un ente sin alma, como el Gobierno, les "haga pensar al dictado". frid.

Dice Jesús D.

En Gran Bretaña, aún rigen leyes tan poco liberales como el acceso de los católicos a los más altos cargos de la vida pública.

Ésa es la causa por la que Tony Blair, Primer Ministro británico, no pertenece todavía formalmente a la Iglesia Católica, pese a ser "un católico por aspiraciones" como afirma Michael Steed, capellán del matrimonio Blair en su residencia, el nº 10 de Downing Street. Al ministro laborista le gusta orar en una iglesia católica y oír Misa todas las semanas con su mujer, la católica Cherie, incluso cuando sale al exterior y ella no puede acompañarle; además, forma parte de un grupo ecuménico para la unión con los católicos. A partir del 27 de junio, cuando abandone la cancillería, dejará de tener obstáculos para ver cumplidos sus deseos de ser recibido formalmente en la Iglesia católica.


Quizá el caso más clamoroso de separación entre la Iglesia Católica y la anglicana, sea el de Enrique VIII, que se separó de la Iglesia de Roma para divorciarse de su esposa, la española doña Catalina de Aragón. Ello costó la vida al Primer Canciller del Reino, Sir Tomas Moro, su amigo más fiel y su mejor servidor, que se negó a firmar el Acta de Supremacía (proclamaba Jefe de la Iglesia de Inglaterra, al Rey). Pío XI lo elevó a los altares por su vida santa y su fidelidad a los dictados de su propia conciencia hasta el martirio. También murió mártir el Obispo Fisher, que se negó a reconocer el divorcio del Rey. Es célebre el dicho de Santo Tomás Moro, sabio, político y escritor: 'el hombre no puede ser separado de Dios, ni la política de la moral'. El Papa Juan Pablo II lo nombró patrono de los gobernantes y políticos.


¿Por qué no nos habían contado que Tony Blair se haya visto obligado a abandonar la cancillería en aras de su deseo de ser recibido como miembro de la Iglesia católica?


Jesús Domingo Martínez

No hay comentarios: